WASTED DATA
Cuando la basura desborda los datos
la gestión de residuos en nigeria y lagos: el problema de los datos
Uno de los principales retos estructurales para abordar eficazmente la gestión de residuos en Nigeria, y especialmente en Lagos, es la notable falta de datos fiables y consistentes. Esta carencia no es un simple problema técnico: afecta directamente a la formulación de políticas públicas, la asignación de recursos, la captación de inversiones y la cooperación internacional. Diseñar soluciones sostenibles se vuelve extremadamente complejo cuando las cifras disponibles son contradictorias, incompletas o directamente inexistentes.
Aunque no se dispone de datos precisos a nivel nacional, se estima que Nigeria genera más de 0,65 kilogramos de residuos por habitante al día. Esta cifra, basada en patrones de consumo similares en países de renta media y baja, implicaría una generación anual superior a los 40 millones de toneladas, más de la mitad del total generado en toda África subsahariana, según estimaciones del ICEX. De mantenerse las tendencias actuales, esta cifra podría superar los 107 millones de toneladas en 2050.

El sistema de gestión de residuos sólidos urbanos en Nigeria es rudimentario e ineficiente. Las instalaciones son escasas y obsoletas, la cobertura de recogida es baja y los procesos de tratamiento están limitados. En promedio, solo alrededor del 30 % de los residuos son recogidos formalmente, con coberturas mucho menores en zonas de bajos ingresos. En algunas regiones del país, esta cobertura no alcanza ni el 10 %. Esto obliga a gran parte de la población a recurrir a formas informales de eliminación de residuos: vertido al aire libre, quema o arrojo a canales, agravando los problemas de salud pública y deterioro ambiental.
Las estimaciones sobre el destino de los residuos recogidos también presentan grandes disparidades. Algunos estudios (Richie y Max, 2022) apuntan que más del 80 % de los residuos terminan en vertederos no controlados, mientras que el informe “What a Waste 2.0” del Banco Mundial eleva esa cifra hasta el 93 % para países de bajos ingresos.
Solo una fracción muy reducida se deposita en vertederos sanitarizados o es sometida a algún tipo de tratamiento.
En cuanto a la composición de los residuos, los datos disponibles muestran un predominio de los residuos orgánicos (alrededor del 52 %), seguidos por plásticos (12 %), papel y cartón (10 %), metales (5 %), vidrio (4 %), textiles (5 %) y otros residuos (12 %), incluyendo electrónicos y sanitarios (MDPI, 2024). Este perfil es característico de economías emergentes, donde los materiales reciclables representan una proporción menor del total.

En este contexto, Lagos representa un caso paradigmático. A pesar de ser la ciudad más grande y urbanizada de Nigeria, la situación no mejora significativamente respecto al panorama nacional. De hecho, la disparidad en los datos es igualmente aguda. Mientras que el Banco Mundial estima que Lagos genera entre 13.000 y 15.000 toneladas diarias de residuos (MSW), informes anteriores como los de la OFECOME apuntaban a cifras superiores a 19.000 toneladas diarias. Esta diferencia, de casi un 30 %, ilustra la falta de metodologías comunes y de sistemas unificados de medición.

Paradójicamente, sí existe cierta coherencia en los datos sobre composición de residuos en Lagos, que reflejan porcentajes muy similares a los promedios nacionales. Esto resulta llamativo, ya que cabría esperar diferencias significativas entre una ciudad altamente urbanizada y zonas rurales o agrarias.
La gestión informal de residuos es un componente clave para comprender esta realidad. En Lagos, buena parte de la recogida y reciclaje ocurre fuera del sistema formal: miles de personas trabajan recolectando, clasificando y vendiendo residuos reciclables sin reconocimiento legal ni integración institucional. Esta economía paralela cumple una función esencial, pero también distorsiona las estadísticas y complica la planificación.
A ello se suma la fragmentación institucional. En Lagos, las competencias sobre residuos están distribuidas entre LAWMA (la autoridad estatal), empresas privadas (PSP Operators), gobiernos locales y el Ministerio de Medio Ambiente. Esta multiplicidad de actores dificulta la consolidación de datos, la fiscalización y la planificación coordinada.
En definitiva, la falta de datos fiables sobre la gestión de residuos en Nigeria y en Lagos no es sólo un problema técnico o administrativo: es una barrera estructural que impide avanzar hacia modelos urbanos sostenibles, equitativos y resilientes. Superarla requiere no solo más inversión y tecnología, sino un compromiso político firme con la transparencia, la generación de evidencia y el fortalecimiento institucional. Sin una base sólida de información, cualquier estrategia estará condenada a la ineficacia.
Por Juanjo González Nieto